Nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, nos comparte su homilía para este Domingo. vigésimo segundo del tiempo litúrgico ordinario.
«Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al ser humano».
Hoy se nos hace una invitación a entrar en el fondo de nosotros mismos. A examinar qué llevamos en el interior. Los males que enumera el Señor en este evangelio parece un diagnóstico detallado del clima en que vivimos. Un ambiente tóxico que lleva a la muerte moral.
Vemos mucha preocupación ecológica, por el mundo exterior, pero puede ser una gran hipocresía. Preocuparse por la contaminación del planeta descuidando el verdadero origen de la polución ambiental: el corazón. Gran defensa de los animales e indefensión y muerte al que está por nacer. ¿Cómo hacemos para limpiar el corazón de sus males? Necesitamos una ecología del alma.
Sobre nuestros males no se requiere un simple juicio, sino una infinita compasión. «Día de furia», fue catalogada la reacción de un ciudadano estafado. Y me pregunto: si todos agarráramos un martillo, no quedaría hospital, ni farmacia, ni afp en pie. Recuerdo al «bombita» de aquella terrrible película argentina.
Pero, cuánta frustración guardan los corazones! Y provocada por la injusticia y el aprovechamiento.
Necesitamos dar un paso de verdadera conversión al bien. Hoy es tiempo de campañas. ¿Nos hemos preguntado por los valores que encarnan candidatos y candidatas? Al empezar septiembre ¿Qué país queremos? ¿Cómo estamos educando para la paz y la solidaridad? Es tiempo de barrer el corazón. Obra que solo puede hacer el Espíritu del Señor. Abrámonos a la primavera del Espíritu. El encuentro profundo con el Señor nos muestra lo que hay en nuestros corazones y lo que debiera haber…
Evangelio (Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23)
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.
Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras, de la vajilla de bronce y de las camas.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?”
Él les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice:
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos”.
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres”.
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre”.

Imagen de Doris Pons, Desierto Florido en Travesía, región de Atacama, 2024.
