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Siete buenas noticias para nuestra sociedad deprimida, adicta y violenta

Ofrecemos la homilía de nuestro párroco, Pbro. Juan Francisco Pinilla, para este II Domingo de Pascua.

La resurrección del Señor es un acontecimiento que florece en su Iglesia. Por eso la Palabra nos lleva a contemplar cómo vive la primera comunidad cristiana. Porque esa manera de vivir es el origen y el espejo de la Iglesia. A la luz de esta palabra, nos podemos preguntar: ¿Cuáles son los rasgos esenciales de esa primera comunidad? Podemos resumirlos en tres:

1. Jesús en medio de ellos que les da la paz; Cristo su centro de comunión.

2. Todos bajo el soplo del Espíritu, que regala el perdón y los envía en misión;

3. Esa comunidad es, ante todo, el espacio de la fe, donde se llega a ser un creyente auténtico, que puede decir de corazón la más bella confesión: ¡Señor mío y Dios mío!

Pascua del Señor, tiempo para renovar nuestra fe. Para mirarnos ante el espejo de la experiencia cristiana del origen y avanzar.

Cristo, paz, alegría, perdón, Espíritu Santo, misión, fe. Siete criterios de la vida cristiana, siete seguros de la verdadera identidad del resucitado; allí nos podemos mirar siempre y crecer a la medida del Resucitado. Siete buenas noticias para nuestra sociedad deprimida, adicta y violenta.

Evangelio (Juan   20, 19-31

Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: ¡La paz esté con ustedes!

Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.

Jesús les dijo de nuevo:

¡La paz esté con ustedes!

Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes.

Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió:

Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.

Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: ¡Hemos visto al Señor!

Él les respondió: Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré.

Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: ¡La paz esté con ustedes!

Luego dijo a Tomás: Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.

Tomás respondió:

¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!

Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.

Caravaggio, Incredulidad de santo Tomás, 1602

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