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¿Qué es lo único realmente necesario?

Esta es la homilía para hoy, Domingo XVI del tiempo litúrgico común, que nos ofrece nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla.

Abrahan ejerció la misericordia de la hospitalidad con aquellos tres visitantes, que eran una presencia de Dios. Su hospitalidad fue bendecida con la vida, en la promesa de un hijo. El evangelio nos trae a Marta y María, dos hermanas que acogen a Jesús de maneras muy distintas. Marta es la imagen de la mujer afanada en muchas tareas hogareñas, ocupada, nerviosa e intranquila por el deseo de servir; María sentada a los pies de Jesús, absorta, escucha su palabra. Ambas ejercen la hospitalidad, pero solo una es la adecuada al huesped santo. Al reclamo de Marta, el Señor responde de una manera extraordinaria, la invita a lo único necesario. Ahí está el contraste entre el afán por muchas cosas y lo único necesario, lo que revela una jerarquía de valores. Es una historia que tiene mucho que ver con nuestra propia vida diaria, con nuestra agitación permanente por vivir y descuidando lo que es necesario, en el matrimonio, en la vida familar, en la amistad…

Esta es una pregunta bien profunda que tendríamos que responder cada uno. En qué se me está yendo la vida. Qué es lo único necesario en mi vida. María, dice el Señor, escogió la mejor parte que no le será quitada. La mejor parte era ser discípula, estar atenta a la palabra del Señor tratando de comprenderla y ese era el máximo servicio que ella podía hacer: escuchar al Maestro para vivir y ordenar la vida según su palabra, todo lo demás podía esperar, todo lo demás era secundario. María captó lo que dice san Pablo: «el misterio de Cristo en medio de ustedes como esperanza de la gloria».

¿En qué nos afanamos hoy, por muchas cosas que pasan o por lo que es necesario? ¿Qué es lo necesario para un creyente, para un cristiano? ¿Qué es lo realmente necesario? ¿No es acaso lo que vive María? Sentarnos como discípulos a escuchar su palabra, dejándonos instruir e iluminar, aprendiendo con Jesús a discernir qué es lo necesario y poder vivir desde ahí desde la profundidad de la vida y no de la superficie. De todos los afanes de la vida, ¿qué quedará para la vida eterna?
¿Vivimos con la conciencia que Jesús quiere ser hospedado como esperanza de la gloria?
Hospedar es amar y eso es lo único necesario para vivir con sentido. El amor quedará para la vida eterna.

Evangelio (Lucas 10, 38-42)

Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude.

Pero el Señor le respondió: Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada.

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