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Por amor al que esperamos… PERSEVERAR

Nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, nos comparte su homilía en torno al evangelio de este Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, cuyo texto se encuentra al concluir la reflexión.

Más que un tiempo preciso, sobre lo cual tanto se especula y se llena de documentales la televisión, el evangelio nos da una mirada global sobre la historia y el mundo. Todos los signos que se describen calzan perfectamente con distintas crisis históricas, hoy mismo por ejemplo.

En el año 70 de nuestra era la destrucción del Templo de Jerusalén debió señalar el fin de un mundo, del cual no quedó piedra sobre piedra.

Para Jesús la cualidad que requiere este devenir convulsionado es la perseverancia, el aguantar. Lo que indica algo así como una dimensión intermedia entre la fe y la esperanza. No se trata de una resignación pasiva, sino de una respuesta activa a los signos de los tiempos, un descubrir en las mismas catástrofes, el Reino que llega. A nuestra escala, vemos tantos signos de descomposición de la sociedad. Apenas una vocal marca la diferencia con suciedad. Luego ¿qué significa perseverar en nuestro contexto?

Primero la fe. Es decir, creemos en la Palabra del Señor y sus promesas, viviremos con él. Y junto a la fe, la esperanza. Creer es esperar, sin esto es imposible el martirio. Nuestra esperanza es que el Señor vendrá. Y perseveramos en la oscuridad de la fe, solo por el amor a quien esperamos.

Una imagen que ilumina este evangelio es la de la mujer que da a luz. Ella aguanta los dolores del parto por la alegría del ser que nace. El corazón de la madre se guarda, se gana, en la alegría del hijo que viene. Así es la historia con sus dolores de parto. Por eso el no temer ni preparar ninguna defensa. Ni tampoco dejarse embaucar por falsos profetas que anuncian a cada rato el fin del mundo. Por cierto hay mundos que se destruyen, como esta nuestra llamada civilización que llevaba en sí todos sus gérmenes de corrupción. Los cadáveres deben seguir su ruta. La vida nueva requiere toda nuestra atención. Perseveremos en los trabajos de parto del mundo que Dios quiere.

Evangelio (Lucas 21, 5-19)

Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.

Ellos le preguntaron: Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?

Jesús respondió: Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Soy yo”, y también: “El tiempo está cerca”. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin.

Después les dijo: Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.

Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.

Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.

Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.