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Palabra que muestra a Cristo y nos nutre la vida

En el tercer Domingo de Pascua, nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, nos comparte su homilía.

Este Domingo quisiera invitarlos a detenernos en dos palabras fundamentales de este bello relato del evangelio: entendimiento y testigos; y a descubrir cómo se relacionan entre sí.

Vemos que muchos sentimientos encontrados se suceden ante la presencia del resucitado: temor, alegría, duda… y el Señor introduce a su comunidad en su nueva realidad, de manera que lo puedan asimilar. Y ocurre un momento que marca una antes y un después en la vida de aquella primera comunidad cristiana, cuando el Señor «les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras».

Entonces, todo lo que había ocurrido en aquella primera semana santa se iluminaba por medio de las Escrituras sagradas. O sea, la Biblia, el instrumento para comprender la historia de Jesús, su misión y su destino. Biblia que relata la larga historia de la Alianza y del Reino de Dios. Palabra inspirada por Dios para inspirar nuestra vida.

De esta manera, el estudio y la escucha atenta de la Palabra de Dios se hizo norma en la vida cristiana, y tarea indispensable para conocer al Señor, contemplarlo y seguirlo.

Aquí descubrimos la relación de etendimiento con el testimonio. El resultado de esta comprensión de la Biblia es hacer testigos, que en griego se dice mártires, confesores.

El estudio (que en latin significa también amor) de las Escritura crea testigos. Nuestra fe tiene una historia de salvación que se nos comunica en un gran relato milenario. Y todo en la Biblia tiende a la revelación del Hijo de Dios, no como mera información, sino para entrar también nosotros a participar en esa larga y naravillosa historia de amor y salvación.

San Jerónimo, gran biblista del siglo V, decía: «desconocer la Escrituras es desconocer a Cristo». La fuerza evangelizadora, el testimonio de la novedad cristiana se enraíza en la escucha atenta de la Palabra de Dios.

¿De qué se nutre nuestro testimonio de vida en el mundo?

¿Qué lugar ocupa la Biblia en mi vida de fe?

¿Qué podemos hacer en este sentido?

Evangelio (Lucas 24, 35-48)

Los discípulos, que retornaron de Emaús a Jerusalén, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: La paz esté con ustedes.

Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: ¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que Yo tengo”.

Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y la admiración de los discípulos que se resistían a creer.

Pero Jesús les preguntó: ¿Tienen aquí algo para comer? Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; Él lo tomó y lo comió delante de todos.

Después les dijo: Cuando todavía estaba con ustedes, Yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos.

Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto.

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