La siguiente es la homilía que nos ofrece nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, en este Domingo, décimo cuarto del tiempo litúrgico ordinario.
Escuchamos un evangelio de envío a este mundo nuestro, dominado por serpientes y alacranes venenosos.
Es un envío a todo el mundo, significado en los 70, para anunciar el Reino de Dios.
Enviados de dos en dos, como pacificadores pacificados, con un estilo que ya es mensaje, como decía san Francisco a sus hermanos… «anuncien el evangelio hasta con palabras si fuera necesario»… Anuncio que lleva una alegría, no la del éxito de la misión, sino la de ser parte del sueño de Dios sobre la humanidad.
Participar en la obra de Dios como sembradores comprometidos que esperan siempre en la fecundidad de Dios y no la propia. Se nos invita a vivir en la esperanza del Reino.
Evangelio (Lucas 10, 1-12. 17-20)
El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!” Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes”. Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: “¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca”. Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad”.
Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”. Él les dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”.
