Compartimos la reflexión de nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, para este Domingo quinto del Tiempo Pascual.
Quién puede decir: «Ahora hago nuevas todas las cosas». Solo Aquel que con su pascua, con su muerte y resurrección, ha atravesado el mal y la muerte. La pascua que celebramos es la historia de su amor, un amor resucitado que hace nuevas todas las cosas.
Pero ¿cómo nos manda a amar, si nos parece que es lo más espontáneo y libre que hay? Además dice: «como yo los he amado». Como si también Él, como el primero, se hubiera sometido al mismo mandamiento.
Este amar como Jesús es el signo de reconocimiento de sus discípulos. Por lo tanto, Él mismo se propone como la medida, la forma y la realización del amor que nos exige. Amar como el Señor es el mandato. Pero su amor es infinito. Hoy recibimos este mandato en medio de nuestra desobediencia culpable. Sabemos que el amor no es cosa fácil. Toda la vida, no es más que una cuestión de amor. El Señor lo sabe y por eso con su mandato quiere que aprendamos a amar.
[ ]Jesús nos ama con decisión. Y persevera en el amor, es un amor fiel que no depende de nuestra respuesta.
[ ]Jesús nos ama sin límites, hasta dar su vida. No se reserva nada para si, es amor de entrega personal. No busca su provecho personal. Es un amor gratuito.
[ ]Jesús nos ama sin cansancio. Es un amor que lo crea todo siempre nuevo y que nunca envejece.
Tres criterios para discernir nuestro propio modo de amar, y para recomenzar nuestra obediencia y amar como resucitados, como personas que se dejan renovar y purificar interiormente . Que este único mandamiento encauce nuestro frágil amor de creaturas y lo transforme en signo, en sacramento de un amor mayor.
Texto Evangelio (Jn. 13, 31-33a. 34-35)
Durante la Última Cena, después que Judas salió, Jesús dijo:
Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en Él.
Si Dios ha sido glorificado en Él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como Yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros.
En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros.

