Con alegría compartimos la homilía que nos ofrece nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla.
En este tercer Domingo de Adviento, llamado domenica Gaudete, nos encontramos con Juan el Bautista y oímos su mensaje de conversión. Juan, el precursor del Señor, prepara su venida invitando a una conversión muy concreta. Todos le preguntaban qué debían hacer ante la inminencia de la venida del Señor. Juan responde: hagan lo que tienen que hacer. Nada fuera de lo común, simplemente actuar con humanidad en las propias responsabilidades.
Y es así como reina Dios en nuestro mundo. Esa es la santidad de la vida diaria, vivir humanamente, es decir, con honestidad y justicia, sin corrupción ni aprovechamiento. Dando la alegría de la convivencia auténtica a los demás.
Ante la venida del Señor, también nosotros preguntamos qué tenemos que hacer. La respuesta es la misma: vive con justicia. Para acoger a Dios, hay que acoger a los demás. Pidamos la gracia de vivir humanamente, a imagen de Dios.
Evangelio (Lucas 3, 2b-3. 10-18)
Dios dirigió su palabra a Juan Bautista, el hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. Este comenzó a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. La gente le preguntaba:
“¿Qué debemos hacer entonces?”
Él les respondía:
“El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto”.
Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron:
“Maestro, ¿qué debemos hacer?”
Él les respondió:
“No exijan más de lo estipulado”.
A su vez, unos soldados le preguntaron:
“Y nosotros, ¿qué debemos hacer?”
Juan les respondió:
“No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo”.
Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo a todos:
“Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible”.
Y por medio de muchas otras exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Noticia.