La siguiente es la homilía de nuestro párroco, Pbro. Juan Francisco Pinilla, en este quinto Domingo de Pascua.
Un nuevo asesinato enluta al país. Una nueva estocada al alma de Chile, habría dicho don Raúl Silva. Cómo podríamos callar ante la crueldad organizada. Un grupo armado siembra destrucción y muerte mientras algunos, cegados ideológicamente, siguen sin actuar. Responsabilidad que todo Chile está juzgando en estos momentos.
Por contraste, este Domingo la liturgia de la Iglesia nos habla de la vida. Nos regala la hermosa imagen de la vid con sus sarmientos y racimos, metáfora de la profunda comunión que el Señor nos regala, unidos a Él.
Sólo en Él, participando de su misma vida, podemos dar buen fruto.
¿Cuál es el fruto que todos esperamos hoy? La paz. Paz del diálogo y del entendimiento. Paz de la solidaridad y la justicia. Urge sacarse los audífonos de la propia ideología y escuchar la realidad.
Separados de Cristo todo es seco y muerte. Por eso la insistencia del evangelio en permanecer, quedarse en la vid. Esto implica perseverancia en las dificultades, fidelidad en el compromiso adquirido y sobre todo, el deseo ardiente de vivir con el Señor eternamente.
Nuestras condolencias fraternas a las familias de los carabineros asesinados y nuestra oración por la conversión de los violentos.
Evangelio (Juan 15, 1-8)
Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos:
Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que Yo les anuncié. Permanezcan en mí, como Yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. EI que permanece en mi, y Yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.
