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La novedad de Dios: cordero que quita el pecado

La siguiente es la reflexión que nuestro párroco, Pbro. Juan Francisco Pinilla, nos propone como homilía para este Domingo, II del Tiempo Ordinario.

De Juan son las palabras que rezamos en el Gloria y en la fracción del pan eucarístico: Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo… ese es su testimonio…

La estrella que celebramos en Epifanía ahora se muestra como cordero, ese es su resplandor y su belleza. En la Biblia, el cordero es ante todo el de la Pascua, cuando Israel salió de Egipto, cuya sangre protegió y salvó al pueblo. Pero es también aquel misterioso servidor de Isaías, que es llevado al matadero como un cordero… ofreciendo su vida por su pueblo. Ese doble significado se cumple en Jesús.

Juan  ha visto al Espíritu venir sobre Jesús con la mansedumbre de una paloma y permanecer en él, como en su nido propio.

Pero también afirma, dos veces, que no lo conocía. Porque la esperanza del Mesías era la del León de Judá y no la de un cordero manso e inocente.

Este cordero, por su sangre, quita el pecado del mundo, es decir cambia la lógica del mundo viejo, el mundo de las fieras dominado por leones.

Juan nos presenta al cordero de Dios, novedad absoluta de Dios sobre el mundo; esta es la belleza del mundo nuevo, de los que dan la vida en favor de sus hermanos, de aquellos que bautizados en su Espíritu, participan de la belleza de su amor.

Evangelio (Juan  1, 29-34)

Juan Bautista vio acercarse a Jesús y dijo: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A Él me refería, cuando dije:

Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo.

Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que Él fuera manifestado a Israel.

Y Juan dio este testimonio: He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquél sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre Él, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo”.

Yo lo he visto y doy testimonio de que Él es el Hijo de Dios.

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