La siguiente es la homilía que nos comparte nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, para este Domingo XVIII del tiempo litúrgico común.
Creer que la vida depende de los bienes acumulados y focalizar la vida en ello es para este evangelio, simplemente, una estupidez, más aún una locura. Y la no disposición sobre nuestros días lo confirma.
El evangelio nos trae, así, una sabiduría: saber invertir en la ganancia eterna. Sin embargo, aunque es una insensatez, no logramos convencernos totalmente y la sociedad del consumo, con su propaganda perversa, se empeña en adormecernos en esta locura: la droga de los bienes.
La propuesta cristiana consiste en la libertad del corazón para un amor constructivo. Esta es la sabiduría que enriquece la vida delante de Dios, que es lo definitivo. Dios es el bien para el cual fuimos creados y, por lo tanto, es el sentido último de nuestra plenitud y de nuestra realización personal y social. El bautismo nos ha consagrado, precisamente para que desde este mundo aspiremos a las «cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios».
Evangelio (Lucas 12, 13-21)
Uno de la multitud dijo al Señor: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”.
Jesús le respondió: “Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?” Después les dijo: “Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”.
Les dijo entonces una parábola: “Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha”. Después pensó: “Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida”.
Pero Dios le dijo: “Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?”
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios”.
