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El yugo y la yunta que no pesan…

Nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, nos comparte su homilía para este Domingo, el XIV del tiempo litúrgico Común.

No hay vida suelta. Por muy libre que se pretenda ser, la vida se da siempre enyugada. Nuevamente el evangelio nos lleva al campo tomando la imagen del yugo. El yugo crea la yunta, o la junta, la unión de dos bueyes. En el lenguaje coloquial mi yunta es mi amigo/a, quien va conmigo en todas. Pero también decimos liberarse de un yugo, como de una sujeción o dominio que oprime. Por lo tanto, yugo puede significar un peso cuando esa junta no se quiere. Jesús ofrece su yugo ligero a los afligidos y agobiados por yugos pesados que no quieren, sujeciones impuestas o padecidas.

¿Cuál es el yugo de Jesús? El yunta de Jesús es su Padre, se sabe unido íntimamente a Él en la comunión del Espíritu Santo, ese es el vínculo de unión, el yugo que los hace ser uno en El amor.
Padre e Hijo enyugados por el mismo Espíritu Santo. Por eso nadie conoce al Padre sino el Hijo… Ir a Jesús es liberarse de yugos opresores y asumir un yugo de amor. Y el amor como compromiso libre,  es un yugo liviano. No pesa.

Cada vida se desarrolla unida a algo y a alguien. Cabe decidir qué yunta me da vida verdadera. Jesús nos comparte el conocimiento de su Padre, verdad que hace plenamente libre. Esa libertad lo hace manso y humilde de corazón. No necesita imponerse a los demás, ni dominar a nadie, se sabe profundamente hermano y al servicio de todos.

Pensemos qué yugos pesados llevamos, qué cosas hacen pesado el camino. Y aceptemos juntos la invitación de allegarnos al Señor. Enyugarnos libremente a su amor salvador.

Evangelio (Mateo 11, 25-30)

Jesús dijo:

Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.

Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce el Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.

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