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El Reino de Dios madura en medio de la mala hierba

Desde Paraguay, donde se encuentra predicando un retiro espiritual, nuestro párroco, Pbro. Juan Francisco Pinilla, nos comparte su reflexión para este Domingo XVI del Tiempo Ordinario.

El Reino de Dios es la pasión del corazón de Jesús. Y del cual habla por medio de relatos imborrables, con metáforas, comparaciones y parábolas. El Señor no define el Reino, sino que tiende invitaciones para entrar, para participar de él. Escuchando sus relatos, el Señor nos pone en situación de asumir una postura, a  decidirnos por su Reinado. Nos hace pensar: ¿Qué haríamos nosotros frente a esas situaciones relatadas en un ambiente agrícola ¿Qué nos parece lo más adecuado? ¿Y cuál es la opción de Dios?

La cizaña de la parábola de este Domingo, tiene un origen misterioso, en el enemigo del Reino. Y la paciencia que soporta el mal tiene su fundamento en el futuro.

Una esperanza en el juicio de Dios más que en el nuestro, inmediato y precipitado. Un afán purificador a raja tabla extinguiría sin más, el buen trigo que lucha por vivir. Y es difícil distinguir la cizaña del trigo verde y tierno. El fruto maduro de la espiga hará la diferencia. Y toda maduración requiere paciencia y esperanza. El Reino de Dios madura en medio de la mala hierba estéril. Tiene dentro de sí, una fuerza invisible en el presente. La apariencia de su pequeñez puede llevar a despreciarlo, como un granito ineficaz. Pero esa insignificancia para los criterios de este mundo, representa el estilo del Reinado de Dios. Simple, humilde, manso de corazón, donde reinar es servir y dar la vida.

Evangelio (Mateo 13, 24-43)

Jesús propuso a la gente esta parábola:

El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: “Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?”

Él les respondió: “Esto lo ha hecho algún enemigo”.

Los peones replicaron: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?” 

“No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero”

También les propuso otra parábola:

El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, ésta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van cobijarse en sus ramas.

Después les dijo esta otra parábola:

El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa.

Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin ellas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:

Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.

Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña en el campo.

Él les respondió: El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.

Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y éstos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre.

¡El que tenga oídos, que oiga!

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