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El fuego, el bautismo y la paz

Presentamos, para la reflexión personal y comunitaria, esta meditación que nos comparte nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, en torno al Evangelio de este Domingo (XX del Tiempo ordinario), cuyo texto se encuentra al final de dicha meditación.

El evangelio nos presenta tres deseos de Jesús: el fuego, el bautismo y la paz . Tratemos de ahondar en su significado.
“Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!”
El fuego en la Biblia es un símbolo de la presencia de Dios que ilumina y purifica, la zarza que arde sin consumirse, el fuego sobre Sodoma… En san Lucas, el fuego es el Espíritu Santo de Pentecostés, el fuego que hace arder los corazones de los discípulos de Emaus … Ese es el fuego de Jesús, el fuego de su Espíritu en nosotros. Y ese es también su gran deseo, que ya todos estemos ardiendo en el Espíritu. Porque es el Espíritu quien nos conduce y sostiene en el cumplimiento de la voluntad del Padre y allí reside nuestra paz verdadera. El Espíritu es luz para el discernimiento, fuego que purifica y fuerza de comunión.
“Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!”
La “inmersión” de Jesús es su muerte. Su deseo no es de morir, sino de llevar a plenitud nuestra liberación de la muerte y del pecado que nos aparta de Dios. Su entrega total en la cruz nos ha abierto el corazón de su Padre, fuente de nuestra vida.
“¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división”.
El problema no es la Paz, sino el tipo de paz que vivimos. El Señor nos trae una paz fundada en la verdad, en el perdón y en el amor. Eso requiere decidirse por él y por su reinado. La Paz de Cristo es fruto de una victoria sobre el mal. La decisión personal por él no permite componendas, ni medias tintas. Somos o no somos de Cristo, no hay grises entre medio. Y esa es nuestra tarea en la vida, bajo la acción del Espíritu, ser cada día más de Cristo. Cumplir en nosotros los profundos deseos del Señor en este mundo y en esta historia que nos toca vivir.

Evangelio (Lc 12, 49-53)

Jesús dijo a sus discípulos:
Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!
¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.