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Dar la vida por amor, el camino de Jesús

La siguiente es la reflexión que nos presenta nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, para este Domingo XXII del Tiempo Ordinario.

Se nos presenta hoy un gran contraste. El mismo Pedro que ha recibido las llaves del reino es llamado ahora «satanás», es decir, «adversario», opositor, el que lleva la contra.

A pesar de haber declarado con certeza la identidad profunda del Señor, su idea del Mesías era totalmente opuesta a la propuesta de Jesús.

Pedro asociaba al Mesías un poder victorioso que acabaría con todo los males de Israel. En cambio, Jesús comprendía su misión como un anti-Mesías, es decir, no al modo esperado como sometimiento y violencia, sino como un dar la vida por amor.

Al llamar a Pedro «adversario» e invitarlo a un nuevo seguimiento, se está dirigiendo a nosotros y por eso se vuelve hacia la multitud y expone las exigencias de la conversión.

Todos podemos ser adversarios del Señor en la medida en que nos empeñamos en que Dios cumpla nuestras expectativas, más que en ponernos a discernir su querer. En el fondo, siempre albergamos un oscuro deseo de ser dioses. Por eso adversarios de Dios.

El Reino de Dios requiere una conversión permanente para entrar cada día en el camino que siguió el Señor, con humildad y mansedumbre. Y esa es la opción de la Cruz. Aprender con el Maestro a ofrecer cada día la vida por amor, con todas sus consecuencias.

Evangelio (Mateo 16, 21-27)

Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá.

Pero Él, dándose vuelta, dijo a Pedro: ¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.

¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?

Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.

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