Este sábado 3 de diciembre tuvimos una hermosa experiencia de reflexión y meditación, conducida por nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, en torno al sentido del Adviento.
Con la cita del profeta Isaías como lema: Ven, caminemos a la luz del Señor (Is 2,5), el padre Juan Francisco nos recordó que ponerse en camino es una respuesta a la invitación del Señor y supone el esfuerzo de ponerse de pie y moverse. Esa la condición propia de los bautizados y la postura clásica de la oración cristiana.
El camino nos da una dimensión de progreso y desarrollo, que se une a la analogía de la vida biológica. La vida es cambio constante, crecimiento y maduración. Nos impulsa a romper lo rutinario, lo que se ha hecho siempre, como era antes… frases desgastadas y cómodas. Camino indica también una meta por alcanzar, uno se halla en camino a. Por lo tanto, la meta es lo primero. La pregunta por el hacia donde nos dirigimos es el motor de la marcha. Si la meta es atrayente, si es un gran deseo, hará que todos los trabajos por moverse se justifiquen. Alma del camino es el deseo. Y es tal vez un área poco evangelizada el momento. Pero fundamental.
Para ponernos en camino necesitamos clarificar nuestros deseos. Y el adviento en gran parte es un tiempo de purificación de los deseos, de priorización, de definiciones, de opciones y exclusiones, en una palabra: conversión. Necesitamos aprender a leer nuestros deseos y discernir lo profundo que hay en ellos. San Ignacio nos diría estar atentos a las mociones del corazón. La purificación de la intención. ¿qué me mueve hoy, realmente, en la vida?
¿No pudiste participar en el retiro? Te compartimos a continuación la meditación que nos ofreció el padre Juan Francisco en un archivo PDF. Abajo puedes descargarlo como documento.

