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Su misericordia nos rescata

Nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, nos comparte su homilía para este Domingo, vigésimo cuarto del tiempo litúrgico ordinario.

¿Qué nos dicen esta tres historias que tienen una misma estructura: una pérdida, una búsqueda y un hallazgo feliz? Todas culminan en una fiesta. Un hombre pierde una oveja fuera de su casa, en el campo; una mujer pierde una moneda dentro de la casa. Hombre y mujer representan la humanidad, la situación de andar perdido, ya sea dentro de la casa o fuera de la casa. El hijo que se marcha de la casa es la oveja en el campo, el que se queda en la casa es la moneda. El culmen del relato está en el encuentro del padre con su hijo menor que estaba perdido. Fijémonos en el detalle de la acción: el padre corre, cae en los brazos de su hijo y lo besa tiernamente. Es la imagen del amor de Dios frente a nuestra perdición.

San Pablo nos ayuda a comprender esto personalmente y para nosotros la tarea es poder comprenderlo en el contexto de las fiestas patrias, el regalo que la Iglesia nos hace para celebrar la fiesta de Chile.

Hay que aclarar que el encuentro con el Señor es un haber sido encontrados por Él. Habiendo estado perdidos, ser hallados. Es la misión de Jesús y de la Iglesia. Jesús dijo a Pedro: serás pescador de hombres. Por lo tanto, el encuentro con el señor es un encuentro de salvación. Cristo es el Salvador y Redentor de los seres humanos. Él continuamente nos rescata de las tinieblas del pecado y de la muerte. No se trata meramente de un encuentro entre amigos, entre iguales, se trata de un encuentro redentor, es decir, de un rescate. Jesús ha venido a darnos la vida eterna. Y esta es la experiencia que ha vivido San Pablo, él reconoce su hallarse perdido y la misericordia de Dios sobre él, más aún, se presenta como modelo para todo creyente. Por esta razón, el encuentro bien se puede llamar una conversión y es una realidad permanente. La conversión nos acompaña durante toda la vida, siempre necesitamos volvernos más hacia la luz que es Cristo y encontrar en él la verdad y la libertad.

Esta necesidad de conversión, de ser encontrados, es la necesidad del mundo y de nuestra patria. Necesitamos ser encontrados por Cristo, ahí donde nos vence el mal, el odio, la violencia, la desunión, el individualismo, el consumismo, la deshonestidad, las adicciones… ese es nuestro estar extraviados y el Señor viene con ternura y misericordia, nos acoge sin restricciones, para emprender con él una vida en la casa una vida nueva. Es el gran regalo del Evangelio en este mes de la patria: que es posible una vida nueva, una vida de hijos y de hermanos en una misma casa.

Evangelio (Lucas 15,1-32)

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”.

Jesús les dijo entonces esta parábola: “Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido”. 

Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”.

Y les dijo también: “Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido”.

Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte”.

Jesús dijo también: “Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de herencia que me corresponde”. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, peque contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”. Entonces partió y volvió a la casa de su padre.

Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.

El joven le dijo: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus servidores: “Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado”. Y comenzó la fiesta.

El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. Él le respondió: “Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo”.

Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: “Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”.

Pero el padre le dijo: ‘Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado’”.

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