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Confiar y perseverar en nuestra fe

La siguiente es la homilía de nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, para este Domingo, vigésimo del tiempo ordinario.

La primera lectura de este Domingo nos muestra el maltrato injusto que recibe el profeta Jeremías por su fidelidad a la Palabra de Dios. Y, en toda esa maquinación, no se oye una sola palabra del profeta, entregado mansamente a su destino. Luego, la carta a los Hebreos, nos invita a tener presente la enorme nube de testigos que han dado el combate de la fe. Todo esto no abre el sentido sobre el evangelio de hoy, donde el Señor expresa su misión como un deseo de un verdadero incendio. Un fuego que significa disensión, porque su palabra lleva a una confrontación con el ambiente. La fe cristiana no es de componendas con el mal ni de lo correctamente político en este mundo.
Es verdad que el fuego destruye, pero también purifica y da calor. Queda la pregunta: ¿la palabra del Señor, su verdad sobre Dios y el ser humano, su entrega por amor, prende nuestra vida? ¿Sabemos aprovechar las ocasiones de atestiguar la fe, que se nos dan a diario? Si es así, debemos confiar y perseverar en la persecución a la fe, para prolongar el testimonio valiente de quienes nos precedieron en la lucha.

Evangelio (Lucas 12, 49-53)

Jesús dijo a sus discípulos: Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente! 

¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.

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