La finalidad del mundo se vive aquí y ahora

16.11.25 10:13 - Por Parroquia de la Santa Cruz

Homilía Domingo XXXIII del tiempo ordinario

Nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, nos comparte su homilía para este Domingo, el trigésimo tercero del tiempo litúrgico ordinario.

El profeta Malaquías nos muestra la fuerza del fuego para quemar como para iluminar. Es una figura constante en los profetas para referirse al juicio de Dios sobre la historia humana. El evangelio, por su parte, nos invita a la perseverancia ante la dificultades del tiempo y las persecuciones que sufre la iglesia por el evangelio. Perseverancia o resistencia que es posible a partir de la oración, de la paciencia y, sobre todo, de la vista hacia el fin. No se habla del fin cosmológico del mundo, sino del fin con el significado de finalidad, es decir, del sentido de las cosas que ocurren en la historia, lo que buscamos con discernimiento de la presencia o la ausencia de Dios en nuestro mundo.

Se nos invita, entonces, a estar atentos al presente con la mirada futura hacia una consumación de la que no sabemos ni la hora del día, pero sí sabemos la finalidad, el sentido de la historia que es crear comunión, servicio, amor y solidaridad. Es el presente donde se juega la fidelidad al Evangelio, un presente que se concreta en las decisiones que tomamos orientadas por el sentido: cuánto coopera mi decisión a la construcción de la justicia, de la verdad, de la comunión entre las personas y de la paz. Eso es el fin/finalidad del mundo.

Evangelio (Lucas 21, 5-19)

Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: “De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”.

Ellos le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?”

Jesús respondió: “Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Soy yo”, y también: “El tiempo está cerca”. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin”.

Después les dijo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.

Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.

Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.

Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas”.

Parroquia de la Santa Cruz