El desierto: retorno a lo esencial y verdadero

07.12.25 10:17 - Por Parroquia de la Santa Cruz

Homilía II Domingo de Adviento

Nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, nos comparte su homilía para hoy, segundo Domingo de Adviento.
Como en su tiempo, así viene hoy el Bautista, a guiarnos en la conversión. Juan nos prepara el corazón para la acogida del Señor que viene. Y lo hace con su palabra y su vida. 
Aparece bautizando en el desierto, una invitación a lo esencial, a lo verdadero. A dejar de lado a los influencers y centrarnos en lo esencial de nuestra vida. Esto se descubre en la soledad y el silencio del desierto. Juan me lleva al desierto.
Su modo de vestir nos recuerda al profeta Elias, a quien se esperaba que inauguraria el tiempo del Mesías. Indica austeridad y sobriedad en el vivir, con un cinturón que amarra bien las pasiones y libera las piernas para ponerse en camino de liberación. No es tiempo de mall.
Finalmente, el anuncio del fuego que espanta las víboras, es el fuego del amor de Dios. Fuego que purifica de lo inauténtico y lleva a dar el fruto bello. Juan nos invita a la belleza. La conversión es darse vuelta hacia la belleza del Dios revelado por Jesucristo y dejarse transformar en bellas personas para el mundo.
Acojamos la misión de Juan el bautista y entremos en la dinámica del mundo nuevo que anuncia este adviento.

Evangelio (Mateo 3, 1-12)

En aquellos días, se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:

“Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”.

A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: “Una voz grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos””.

Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. La gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro, y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.

Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan les dijo: “Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca? Produzcan el fruto de una sincera conversión, y no se contenten con decir: “Tenemos por padre a 3Abraham”. Porque yo les digo que de estas piedras, Dios puede hacer surgir hijos de Abraham. El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego.

Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero Aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible”.

Parroquia de la Santa Cruz