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Una palabra para guardar y que nos convierte en morada De Dios

La siguiente es la homilía que nos ofrece nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, para el Sexto Domingo de Pascua.

Hoy, el evangelio nos trae una promesa en un hermoso plural: “Vendremos… haremos morada”, pero ¿de quiénes se trata? Del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y esto ocurre por medio de la escucha de la palabra de Jesús. El fruto de esta escucha, motivada por el amor, es llegar a ser morada de Dios en la tierra.

Esta escucha guarda la palabra, es decir, persevera en ella para integrarla en la vida, cada vez con una mayor comprensión. Muchas veces el Señor usó la imagen de la semilla que germina. Y esto es obra del Espíritu Santo, quien actúa como Maestro interior enseñando y recordando. El Espíritu Santo lleva la palabra del Señor hacia el interior del discípulo para que germine como palabra de amor y de vida. La hace pasar de los oídos al corazón.

Un impedimento para el cumplimiento de esta promesa es un ambiente superficial, inmediatista, de resultado rápido y fácil. En ese clima nada puede arraigar en profundidad y hacer el lento y maravilloso proceso de la germinación. El Señor nos quiere moradas para arraigar en el mundo, quiere hacer de su Iglesia una casa y un vientre materno.

A la promesa del Espíritu sigue el don de la paz. La interioridad florece en la paz. La misma vida se gesta en la paz, no en el ruido. Los discípulos de la Palabra le debemos al mundo herido, auténticos espacios de interioridad, de silencio y de paz. Abrirnos al Maestro interior y dejarnos enseñar, recordando las palabras del Señor.

Evangelio del VI Domingo de Pascua (Jn 14, 23-29)

Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos:

El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él.

El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.

Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.

Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir:

Me voy y volveré a ustedes. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que Yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.