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Libres para Dios, libres para amar

Nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, nos comparte su homilía para este Domingo, XXVI del Tiempo Ordinario.

Un hombre echaba demonios en el nombre de Jesús. La reacción de los discípulos: impedírselo; la reacción de Jesús, déjenlo. Esto nos muestra la amplitud del corazón de Cristo.

Si en su Nombre se realiza el bien, ese bien pertenece al Reino. Lo que supone que hay muchas maneras y grados de pertenencia a Dios. Jesús, al crear la Iglesia, no creó una secta monopolizadora, sino que plantó un germen eficaz de su Reino en el mundo. Luego, las palabras que siguen a este relato tienen un sentido eclesial: el peligro del escándalo a los pequeños y las advertencias para entrar en la vida y no caer en la gehenna eterna.

¿Quiénes son los pequeños en este contexto? Aquellos que, a pesar de no tener una fe explícita y adulta, son capaces de actuar en el recto sentido del Reino; toda persona que hace el bien de manera desinteresada, actúa en el Nombre de Jesús, aunque no sea consciente de ello, y el Señor lo considera como suyo. Esto obliga a un sumo respeto por esa fe incipiente, pero real.

Por otra parte, para la cultura hebrea, la mano, el pie y el ojo son símbolos de la totalidad del actuar humano. La mano refiere a las obras; el pie a la dirección que damos a la vida y el ojo a la apropiación de las cosas y las personas.

La comunidad de Jesús representa para el mundo un modo nuevo de vivir. La Iglesia existe como alternativa a la «gehenna» de la perdición. Vemos que hay tantas obras, direcciones y modos de gestionar el mundo que llevan a la perdición, en el sentido del desperdicio de la vida, de la corrupción del don precioso de la vida.

El discípulo debe marcar la diferencia, no como modelo ejemplar, sino como discípulo que cada día con humildad y valentía se corta, se arranca, todo aquello que le impide ser libre para Dios y los demás. Y eso comienza con la vida honesta, justa y solidaria.

Evangelio (Marcos 9, 38-43. 45. 47-48)

Juan dijo a Jesús: Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros.

Pero Jesús les dijo: No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.

Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.

Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.

Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos al infierno, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies al infierno.

Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

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