Ofrecemos la reflexión de nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, para la solemnidad de la Santísima Trinidad.
La fiesta de la santísima Trinidad es la fiesta del amor trinitario.
Con la palabra Trinidad, acuñada por Tertuliano, un escritor de principios de siglo III, queremos aproximarnos a un misterio que nos trasciende absolutamente: el misterio de un Dios que siendo uno, lo es en una comunión de amor infinitamente perfecta, entre las Personas divinas. Este misterio sobre la identidad de Dios sostiene toda la creación y nuestra vida. Es, además, es el fin de nuestra existencia: llegar a participar de su amor.
En el evangelio que escuchamos, el Señor nos promete el don de su Espíritu como pedagogo en el camino de la verdad, verdad comunicada en la misma persona de Jesús. Ha sido, precisamente, en la contemplación de las palabras del Hijo de Dios y de sus hechos, que la fe nos ha mostrado al Padre Dios y al Espíritu, unidos y distintos del Hijo.
Confesamos un solo Dios que es amor. Dios uno, en una unidad dinámica. Es uno y comunión. Esta es la esencia del auténtico amor, supone los otros y los incluye, allí la unidad no suprime la diferencia y la diferencia no destruye la unidad.
Este gran misterio del amor trinitario aparece en todo lo creado, pues lleva la huella trinitaria de su Hacedor. La Iglesia, nuestra comunidad parroquial, es en su medida, una imagen histórica de la Trinidad eterna. Somos una congregación de personas diferentes que buscan vivir en comunión de amor fraterno y servicio solidario.
Y es esta verdad la que ofrecemos al mundo. Que cada persona humana es imagen trinitaria en el mundo e instrumento trinitario para el mundo.
La comunión trinitaria es así un criterio de discernimiento para la acción del discípulo de Cristo, lo que se concretiza en el cuidado y la construcción permanente de la unidad, en el respeto incondicional a la diferencia, y en el dar la vida solidariamente. Donde hay Trinidad hay comunión, hay vida y amor.
Evangelio (Jn 16, 12-15)
Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos:
Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.